miércoles, 14 de marzo de 2012

Así morimos en Chilangolandia


Porque para nosotros la muerte tiene muchos nombres, y otros muchos modos de referirnos a ella.



Chupar faros: Durante la Revolución, cuando iban a fusilar a alguien, le preguntaban si quería un último deseo. Éste era normalmente fumarse un cigarro. Y fumaban faros
Cuajarse: Tal como la gelatina que se endurece.
Dar el chingadaso: O sea, el último; el definitivo.
Estirar la pata: Una alusión al rigor mortis.
Felparse: Quedar como tapete de felpa.
Irse de minero: Es decir, bajo tierra.
Llevárselo Dios pa' su rancho: No precisamente a ordeñar vacas sagradas.
Pasar a mejor vida: La nuestra no es sino un ''valle de lágrimas''.
Pasar a abonar el pasto: Porque morir no tiene por qué no ser ecológico.
Pelar el gallo: En el viejo caló del hampa era huir, y como dicen: ''Quien se pela, pela el gallo''. También se pueden pelar los ojos o los dientes.
Petatearse: O ser envuelto en el petate, donde antes envolvían a los muertos.
Ponerse el traje de madera: Ese que nos hicieron a la medida.
Quedarse tieso: Sin albur.
Chupárselo la bruja: Sinónimo: ya se lo cargó el payaso; o bien, ya se lo llevó... ¿la muerte?
Colgar los tenis: Preocuparse por no dejar nada fuera de lugar, ni siquiera los tenis.
Llevárselo la niña blanca: Porque hasta a la hora de la muerte somos racistas.
Salir con los pies por delante: Porque morir no significa que debamos convertirnos en acróbatas.
Guiñarle el ojo la huesuda: Si es que te gustan anoréxicas.
Irse a otro barrio: Uno desconocido. ''Porque nadie ha muerto y regresado para contarlo''.
Entregar el equipo: Tendría que ser el templo, porque ''vuestro cuerpo es un santuario''. Decir equipo es más corrientón.
Bailó con la más flaca: Y lo bailado ya nadie se lo va a quitar.

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